miércoles, 19 de mayo de 2010
Educación lenta
En nuestra sociedad, el tiempo preside casi todo cuanto hacemos a lo largo del día. Transmitimos a los niños la ansiedad por el tiempo, por llegar a la hora, por tener todas las actividades del día planificadas y ocupadas.
En la línea del Elogio de la lentitud de Carl Honoré, Joan Domènech, maestro de primaria en una escuela de Barcelona (su blog: http://joandf.blogspot.com/), propone una desaceleración de la vida cotidiana, para adaptarnos a los ritmos diferentes de las personas, en los centros escolares y en la vida familiar y social.
El autor, bajo la premisa "Más, antes y más rápido no es sinónimo de mejor", propone 15 principios para la educación lenta:
LOS QUINCE PRINCIPIOS PARA LA EDUCACIÓN LENTA
La educación es una actividad lenta.
Las actividades educativas tienen que definir el tiempo necesario para ser realizadas, y no al revés.
En educación, menos es más.
La educación es un proceso cualitativo.
El tiempo educativo es global, y está interrelacionado.
La construcción de un proceso cualitativo debe ser sostenible.
Cada niño –y cada persona– necesita un tiempo sostenible para aprender.
Cada aprendizaje debe realizarse en el momento oportuno.
Para conseguir aprovechar mejor el tiempo, hay que priorizar las finalidades de la educación y definirlas.
La educación necesita tiempo sin tiempo.
Hay que devolverle tiempo a la infancia.
Tenemos que repensar el tiempo entre personas adultas y niños.
El tiempo de los educadores se tiene que redefinir.
La escuela tiene que educar el tiempo.
La educación lenta forma parte de la renovación pedagógica.
Nos ha parecido interesante encontrar educadores con este grado de reflexión y autocuestionamiento.
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